Elenco de El barco, serie que emite Antena 3 los lunes por la noche |
A menudo se habla de la crisis de la industria audiovisual, casi siempre en términos vacuos que no acaban de señalar el auténtico problema. Es más fácil echar la culpa a los piratas, a las webs de descargas ilegales, a Álex de la Iglesia, a la ministra de cultura o a Alenjandrito Sanz. Pero la realidad, sencillamente, consiste en que en España no existe una industria audiovisual propiamente dicha. Al menos no en el ámbito del cine. Lo que se dan son proyectos aislados que sus cradores consiguen poner en pie a base de mucho esfuerzo y, a menudo, también de ayudas oficiales y subvenciones. Pero la iniciativa privada deja mucho que desear, no porque no se produzca, sino porque cuando se hace sólo se piensa en el rendimiento inmediato en forma de beneficios económicos. Por el otro lado están los que se entregan a un supuesto amor al arte, para justificar sus fracasos en taquilla en función de una pretendida calidad intelectual de su propuesta, no apta para todos los paladares.
A nadie se le courre idear nuevas fórmulas de colaboración entre la iniciativa privada y el sector público, que se materializarían, no en ayudas y subvenciones sino, por ejemplo, en ventajas para aquellas empresas privadas que apostaran fuerte por el cine. Y con el apoyo a la formación de los equipos artísticos y técnicos y unas mínimas garantías de que estos tengan trabajo permanentemente y no sólo de vez en cuando.
Lo más parecido a una industria audiovisual que existe en España es la televisión y deja mucho que desear. Veamos un ejemplo. Se crea una serie, se publicita a bombo y platillo, se emite un primer episodio tras una cuidadosa estrategia de programación y contraprogamación que muestra a las claras una guerra salvaje por la audiencia que a su vez evidencia el nulo respeto que ésta última suscita en los directivos de las televisiones. Si al cabo de tres o cuatro episodios, los números no son buenos (esto es, los índices de audiencia), se elimina la serie y aquí paz y después gloria.
Escena de Vientos de agua, de Juan José Campanella |
Pero, en lugar de analizar la situación y buscar los motivos de la supuesta crisis, es más fácil disparar contra todo el mundo en lugar de sentarse a pensar qué está fallando y cuál es el modo de resolverlo. Mientras tanto tendremos un cine de una calidad media bastante baja (con honrosas excepciones cada temporada) y una televisión ensimismada que repite fórmulas seguras y poblada de acné y hormonas juveniles.
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