Steven Soderbergh / www.blogdecine.com |
El director de cine Steven Soderbergh pronto dejará de serlo. Ha anunciado recientemente que piensa abandonar su profesión debido al hastío que ha comenzado a sentir. No es el primer director de cine que toma esa decisión, y seguro que tampoco será el último. Ilustres como Terrence Malick siguieron antes ese camino, si bien es cierto que, en el caso del autor de La delgada línea roja, llegó el momento de volver por sus fueros tras dos décadas de silencio cinematográfico. En el otro extremo se sitúan directores incombustibles, que no se cansan de afirmar que rodarán hasta el final, como Clint Eastwood o Martin Scorsese. Y en medio, autores inmensos a los que retiraron, directores maravillosos cuyo momento pasó, o eso consideró la cruel industria de Hollywood, que no les dio la oportunidad de continuar con una labor que ellos querían proseguir, como Billy Wilder, por ejemplo.
El hartazgo es la razón que aduce Soderbergh para dar por concluido su trabajo en el cine. Otros hablarían de desengaño, de aburrimiento, incluso de asfixia. Quizá algún día vuelva Soderbergh o quizá no. Tampoco se habrá perdido mucho porque, a mi parecer, salvo un par de cintas, el resto de su obra es absolutamente prescindible. Lo que sí es admirable es que, con los tiempos que corren, haya personas que pueden permitirse dejar su trabajo porque están hartos o ya no les pica el gusanillo. ¿Cuánta gente se levanta a las siete de la mañana o se acuesta a las tantas, aunque no les guste lo que hacen ni hayan visto al gusanillo en su vida, simplemente porque no tienen otra opción? Pero continúan, aprietan los dientes y siguen adelante. Aunque su profesión no sea tan bonita como la de Steven Soderbergh.